Por un mundo digital inclusivo. Este es el lema del Día Internacional de la Mujer, un día para celebrar los avances que se han logrado por la igualdad de género y para concienciar sobre los retos a los que siguen enfrentándose las mujeres para disfrutar de una igualdad plena.

Durante años, se nos han inculcado frases como: "Todas las personas nacen iguales" o "Trata a los demás como quisieras que te trataran a ti". Básicamente, trata a todo el mundo por igual. 

Sin embargo, no todos somos iguales, y aunque esto es motivo de celebración, también es un momento para hacer una pausa y reflexionar sobre la importancia de la igualdad. La igualdad reconoce que no todos empezamos desde el mismo lugar o tenemos las mismas necesidades que nos permiten tener éxito en el ámbito laboral, doméstico y dentro de la sociedad. 

Poniéndome de ejemplo, yo una mujer estadounidense musulmana de origen árabe, madre de dos niños activos que se ha criado tanto en Estados Unidos como en Oriente Medio. Por mi origen, las cosas que me motivan y me resultan importantes pueden ser distintas a las de otras personas. Básicamente, la igualdad se refiere a dar a todo el mundo lo que necesitan para prosperar, considerando sus diferencias, sus intereses y sus circunstancias individuales y, sobre todo, respetando esas mismas diferencias.

Como líder para algunas personas, crear un entorno laboral igualitario requiere de empatía y de una fuerte comprensión de la competencia cultural. Para lograrlo, tengo que conocer a mi equipo e involucrarme para comprender cuáles son los intereses de cada miembro del equipo. Así es como encuentro puntos comunes y llego a conocer qué cosas nos hacen únicos a cada uno de nosotros. 

Mantener estas conversaciones da a entender a mi equipo que este es un espacio seguro para abrirse y compartir opiniones, preocupaciones e ideas, lo que en última instancia aumenta la productividad y la innovación.

Mediante conversaciones honestas con mis jefes sobre mis propias necesidades para lograr el éxito en los distintos cargos que he desempeñado, he podido diversificar mi trayectoria profesional y prosperar dentro de la empresas en los últimos nueve años.

Al principio de mi carrera, antes de tener hijos, tenía unos límites mucho más flexibles sobre cuándo y durante cuánto tiempo trabajaba. En la actualidad, esos límites son mucho más estrictos para asegurar que no solo prospero en el trabajo, sino que también mejoro como madre, esposa, amiga y miembro de mi comunidad. 

Para favorecer este equilibrio saludable, comparto mis propias necesidades familiares personales, como el colegio u otras actividades, con mi supervisor y con mi equipo. Ellos saben que esto es importante para mí y también me hace humana. Esto también me permite poner límites y establecer expectativas realistas, algo crucial para lograr la felicidad y el éxito, independientemente de si estoy más centrada en la maternidad, en el voluntariado, en viajar, en la salud física, en la educación o en mi compromiso con la comunidad. Poner estos límites me permite equilibrar mi vida personal sin dejar de alcanzar mis objetivos laborales. Tenemos que hacernos responsables de nuestro propio equilibrio entre trabajo y vida personal.

La forma en la que Ecolab promueve el liderazgo empático y un compromiso por integrar la diversidad, la igualdad y la inclusión en todos los aspectos de nuestro trabajo ha transformado la forma en la que trabajamos como equipo unificado. Estoy muy agradecida a la experiencia que he obtenido en esta empresa y tengo muchas ganas de seguir aprendiendo y creciendo. 

Si busca una nueva oportunidad, puede obtener más información sobre cómo unirse a Ecolab aquí.

Escuche a nuestros líderes y miembros del grupo de recursos para empleados, E3, debatir sobre cómo abordan la igualdad en el entorno laboral: