El agua debe liderar el relato sobre el clima
¿Sabía que el Acuerdo de París no menciona el agua para nada? Tan cierto como extraño, ya que el cambio climático y la escasez de agua son dos problemas globales estrechamente conectados.
Aunque los gases de efecto invernadero contribuyen al cambio climático, sus efectos se manifiestan en su mayor parte en el agua. Ya se trate del aumento del nivel del mar, sequías, lluvias extremas o del retroceso de los glaciares, todo es agua, por exceso o por defecto, y siempre en los lugares más desfavorecidos.
Pero la forma en la que usamos el agua hoy día también contribuye al cambio climático. El agua es vital para todo lo que hacemos en la economía mundial. La necesitamos para el cultivo de alimentos, la generación de energía y el funcionamiento de las industrias que fabrican los bienes que utilizamos o consumimos a diario. El problema: el agua es pesada. Para su utilización, hay que bombearla, calentarla, enfriarla y tratarla. Esto conlleva energía y el uso de la energía crea más emisiones de gases de efecto invernadero.
Este es el motivo por el que el agua debería liderar el relato del clima. Y porqué es bueno que el agua ocupe por fin un lugar cada vez más destacado en el debate global sobre el clima.
Ayer, durante la Semana del Clima de Nueva York, se presentó la nueva e independiente Comisión Global de Adaptación al Cambio Climático, encabezada por Ban Ki-moon, anterior secretario general de la ONU, Bill Gates, fundador de Microsoft, y Kristalina Georgieva, directora del Banco Mundial. El agua es una de sus áreas de interés. Es una buena noticia, pero no es suficiente.
Según las previsiones de la ONU, en 2030 nos enfrentaremos a una disminución del agua dulce de un 40 por ciento si el planeta sigue utilizando el agua al ritmo actual. Dos mil millones de personas ya viven en regiones de estrés hídrico. Está previsto que esta cifra aumente. Más de 800 millones de personas aún no tienen acceso al agua potable básica.
Las empresas integran del 40 a cerca del 60 por ciento del total del uso del agua en las regiones desarrolladas. A medida que las naciones en desarrollo se enriquecen, sus patrones de uso siguen la misma tendencia. Esto significa en pocas palabras que no se puede resolver la escasez de agua sin la implicación de las empresas y que como líderes empresariales debemos utilizar nuestra influencia colectiva para tomar la palabra y poner el agua como prioridad.
Y, lo que es más importante, debemos dar ejemplo. Si nos unimos y nos lo proponemos, podemos reducir nuestro uso conjunto del agua, disminuir nuestras emisiones de carbono proporcionalmente, crear una economía mundial más adaptable al clima y al agua y empezar a atajar las injusticias sobre el agua a nivel mundial.
La mayoría de la tecnología necesaría para lograrlo ya está disponible. Aun cuando no inventáramos nada nuevo (lo que no es probable), ya disponemos de sensores inteligentes, analítica avanzada y soluciones basadas en la naturaleza para reducir, reutilizar y reciclar el agua como nunca hasta ahora.
No es solo lo correcto, también es lo sensato desde el punto de vista empresarial. Ahorrar agua ahorra dinero porque aumenta la eficiencia y reduce los gastos energéticos. Tratándose del agua, se unen el beneficio económico con el bien común.
Tenemos una oportunidad única de promover un cambio positivo. Hagámoslo.